domingo, 7 de diciembre de 2014

Mi Barcelona

Hace tiempo que perdí la cuenta de las veces que habré visitado Barcelona. Para mí, es una segunda ciudad. Será el mar, será el Barça, serán sus calles perfectamente alineadas, no lo sé, pero en cuanto puedo, allí que voy. Gracias a estas fechas tan forales de principios de diciembre, decido que qué mejor que para relajar la cabeza que marchar para allí aprovechando el puente. Objetivo: desconectar. 

Parte 1

Algo de lo que ya he hablado otras veces es de la importancia de sacarse un rato para cuidarse a sí mismo cada uno. El niño interior que llevamos dentro no debe desatenderse. Por ello, quien me conoce, sabe que mi niño disfruta con lo que creció rodeado, esto es: Tintín, Nintendo, coches y Lego. 

De pequeño iba al Carrer del Pi a la tienda oficial de Tintin que allí había. Todo un mundo de merchandising que era goce y disfrute para un enano como yo. Lamentablemente cerró, hasta que hace aproximadamente un mes vi en Facebook la reapertura en la Travesera de Gracia. Destino nº 1 decidido. Partiendo desde el centro, callejeo un poco y en ello que me giro y encuentro ¡otra! tienda oficial de Tintin, pero esta con muchas más cosas: el jarrón grande del Loto Azul, el Unicornio, un Haddock de metro y medio... Entro y lo primero le felicito por la tienda al dueño, un señor con más de 70 años, regordete, muy simpático, vestido con chaleco y pajarita que me confirma que más que su tienda es su museo personal. Capitán y aviador en sus tiempos jóvenes, disfruta con su negocio y tiene la capacidad de decidir a quién vender las piezas de auténtico coleccionista que posee. Tras una larga charla en la que me cuenta la historia de muchos de los objetos que muestra, e incluso hablamos de política y lo bien que le caen los navarros, me llevo un libro a casa y me quedo con ganas de comprar alguna figura, pero creo que ya no me entran en el cuarto. 

Cuando Nintendo anunció que iba a lanzar una serie de figuritas para sus nuevos juegos con compatibilidad NFC y demás, ni lo pensé: alguna se viene a casa, aunque no pueda usar esas funciones. A por ellas, presto me dirijo al Corte Inglés de Plaza Catalunya. Subiendo las interminables escaleras mecánicas, me percato que un chaval con pinta de "gamer" (odio esta palabra) sube también con ritmo nervioso y mirando a todas partes. 4ª, 5ª, 6ª y al fin 7ª planta: ocio y videojuegos. El chaval ya me ha adelantado, así que decido simplemente seguirle unos metros más atrás, seguro que me llevará a algún sitio interesante. Haciendo la trazada más corta entre estanterías, me lleva directo a la zona de las figuras!! Rebusca y veo que quedan 6, pero no encuentra la que debía querer. Me acerco como quien curiosea y veo una de las que yo quería (muahahaha).

Después de esta incursión, el siguiente destino es una de mis tiendas predilectas: Palau, en la calle Pelayo. Es una tienda de modelismo, así que cuenta con todo tipo de coches, cochecitos, aviones, maquetas, scalextrix... puro vicio. Aquí es donde compraba los coches de Herpa escala 1:87 de mi colección, y digo compraba porque si ya la última vez que estuve en Palau vi que todos los que tenían eran modelos antiguos o muy antiguos, ahora directamente veo que han cambiado el sitio de donde estaban para poner unos cutrísimos 2 CV de plástico de juguete. 

Decepcionado, avanzo por la calle hasta que veo la segunda tienda de Palau. Quizás los hayan movido aquí, pienso. Cruzo el paso de cebra, me acerco y ¿qué me encuentro? Una orgía de bloques de Lego!! 
Tras disfrutar de cada detalle, entro a la tienda. Allí una señora mayor pregunta por sets grandes de Lego para su nieta. Le enseña la dependienta varios, le dice que también tiene una furgoneta VW, "¡Esa la tengo yo!" salto. "Ya, pero tú eres chico y yo tengo una nieta y no me gustan nada las mujercillas estas, las Barbies, así que quiero regalarle algo de esto". Me encantan las abuelas modernas!! Pregunto por precios de alguna de las cajas de la composición de la calle y, obviamente, se me escapan de presupuesto. Así que decidido, me bajaré los manuales de instrucciones y montaré con el programa de diseño de Lego alguno, y si veo que es posible, encargaré las piezas por mi cuenta. 

Parte 2

Es inevitable estar en Barcelona y no ver que la política impregna sus manos en la sociedad. Se ven banderas catalanas, esteladas y españolas por los balcones. Y luego en la calle no se escucha ni catalán, ni español. Dos amigos en las Ramblas se encuentran y lo hacen en árabe, en las tiendas acostumbran a contratar a personas orientales. Directamente en los puestos para ofrecerte algún producto te llaman a la voz de "Hello!". 
Veo el partido del Barça solo en un restaurante. Al lado se sienta una pareja, ella parece americana de color, él barcelonés. Hablan en inglés, en un tono algo elevado que me permite enterarme de que el chico la ha conocido por sus tweets y ella responde "Yeah, I'm pretty googleable". Atónito, sigo disfrutando del partido, pero no puedo evitar la reflexión de cómo una sociedad tan avanzada está en un proceso de querer cerrarse en banda. Gestos como el del Rey Felipe llevando en el Ibiza en Martorell al President Mas son los necesarios. Esto, y que el catalán medio no vuelque sus problemas personales como una cuestión de Estado, porque si no, tendríamos 17 procesos como éste. 

Termina el partido, victoria del Barça en Mestalla en el último suspiro. Casi salto encima de la mesa, pero me contengo, habría sido gracioso ver la reacción de la pareja. 
Doy un paseo de recogida, Barcelona se ilumina para Navidad. 
Una pareja camina delante mía. El, dos cascos de moto a la espalda; ella, un ramo de rosas. Semáforo en rojo, un beso y hasta la próxima (Barcelona). 


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