martes, 10 de diciembre de 2013

Sé un niño

Hola, ¿qué tal? Hace tiempo que no nos vemos. ¿Todo bien? Me alegro, vayamos a tomarnos unas cañas. ¿Mal? Se puede solucionar, hablemos sobre cómo afrontarlo. ¿Sin más? Me preocupa más que todo lo anterior.

Sin más es una respuesta automática, sosa, que me dice todo lo contrario porque simplemente no te apetece expresarlo o cambiarlo. Una especie de vagancia verbal. Te haces chiquitito como persona, y eso lo queremos, ¿verdad? Realmente creo que fue una moda que hubo; iba uno cruzándose por la universidad con todo tipo de gente y: "Ey, Fernando, ¿qué pasa? Hace tiempo que no te veo por clase". "Sin más". "¿Qué tal, Ana? ¿Cómo fue el fiestón de arquitectura?". "Sin más". "¡Wow! ¿Viste la moto nueva de Juan?". "Sin más". Sin más, sin más, sin más. ¿Hay vida ahí dentro?

Parece como si a muchas personas la vida la viera pasar como quien ve la televisión. Y es que caer en la rutina ya sea bien en el trabajo, bien en el día a día o con tu pareja nos quita vitalidad y nos convierte en máquinas sin alma, sin sentimientos, sin sonrisa.

Y yo, que hoy me he levantado con ganas de removerte de esta silla en la que estás conmigo aquí sentado te pregunto: ¿cuándo fue la última vez que fuiste un niño?

Si has pensado en una edad o fecha concreta sigue conmigo. Estamos de acuerdo en que la vida es un continuo aprendizaje, formación continua que le dicen en términos modernos. ¿Y qué hacen los niños? Aprender, preguntar y crecer (y pedir la paga, dicho sea de paso).

Resulta cuanto menos curioso, por ejemplo, en el aprendizaje de un idioma cómo los niños se esfuerzan como si la vida les fuera en ello (en realidad les va) en hacerlo mejor y mejor vocalizando nuevos sonidos, repitiendo y repitiendo hasta ser unos auténticos profesionales. Si podéis conocer a un niño con padres de diferentes lenguas maternas agarraos fuerte porque es espectacular. Si por el contrario nos vamos al mismo caso con personas adultas resulta que no hay manera de sacarles una palabra. ¿Vergüenza, miedo tal vez? ¿De qué? Digo yo. ¿En qué momento esforzarse en mejorar las capacidades de sí mismo es motivo de temor? Quítate todos los qué-dirán y sé tú mismo, entrégate en cuerpo y alma sobre ello porque nadie lo va a hacer por ti.

Del mismo modo quiero hablarte de la Navidad. En estos días tan señalados, me llena de orgullo y satisfacción... poder disfrutarlo con los míos, con todas las letras. Para muchos son días de reuniones familiares obligadas, caras largas aburridas y pura hipocresía cuando deberían ser totalmente lo contrario. La familia siempre está ahí en cualquier situación, darle la espalda es dársela a uno mismo.

Por otra parte están los regalos [niños, SPOILERS, no sigáis leyendo]. Mamás, novias, abuelas: el pack CCCP (Calcetines, Calzoncillos, Camisas, Pijamas) no es definitivamente acertado. Y para los hombres el mismo mensaje. Por favor, ¿no conocéis a la otra persona? Es importante no caer en el materialismo, discurrir un poco e intentar, que ya sabemos tú y yo que la otra persona es muy difícil, sí, agradar y sorprender. Te doy un consejo por si te falta imaginación: regálate a ti mismo o regálale a si mismo. Hay hobbies que nunca mueren o simplemente recuerdos que a uno le llevan a tiempos pasados que son un absoluto éxito (¿alguien dijo que un paquete de Rahmen para tu amigo multimillonario iba a ser incorrecto, Walter?). Un viaje en el tiempo.

La vida es una sucesión de experiencias, anécdotas, idas y venidas que nos marcan. Levanta tu culo y vívela, que ¡para algo la tienes! El estribillo de la canción "Molinos de viento" te lo va a reflejar muy bien:

Bebe, danza, sueña, siente que el viento ha sido hecho para ti,

vive, escucha y habla usando para ello el corazón,

siente que la lluvia besa tu cara cuando haces el amor,

grita con el alma, grita tan alto que de tu vida tú seas, amigo, el único actor.

Celebra cada éxito por pequeño que te parezca, aprende con humildad de los errores cometidos. Pide perdón y da las gracias con franqueza. Sonríe como un niño.